domingo, octubre 25, 2009

La coctelera: Secuela de Sex and the City, Playboy, Marge Simpson y México

Dicen que no hay peor envidia que la de una mujer hacia otra, ya sea por su.s atributos físicos, por el nivel socio-económico alcanzado, por el éxito laboral, por un vestido, una joya, etc., esta situación se verá reflejada en la secuela de la película Sex and the City, donde la crisis hará su aparición y los constantes cambio de diseñador, se verán sustituidos por un diseño de imágen más modesto (no mucho), en una de las secuencias se podrá apreciar el enojo del personaje de Samantha (Kim Catrall) al percatarse que toda la atención que usualmente genera, se ve opacada en un desfile de alfombra roja, por una debutante de dieciséis años (Miley Cirrus), que para colmo lleva el mismo vestido. Tomo esa escena como un símil entre lo que ocurre con la sociedad mexicana y su sensación hacia la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. En esta escena una mujer madura que pasa los cincuenta años de edad se encela porque piensa que la edad de dieciséis años y sus alcances económicos son una exageración y un lujo que ella nunca tuvo y, para colmo, le roba la atención. Esa mujer madura no se da cuenta de que son diferentes momentos de la vida y que ella aventaja en experiencia a la debutante, y eso, es algo que no se compra. Aquí la sociedad mexicana se ennerva debido a que considera que las prestaciones (bibliotecas, centros de cómputo, clínicas, convenios de atención, descuentos en comercios, etc.) son un privilegio, pero no se percata que aventaja al gremio electricista en número y con eso no puede competir el gremio eléctrico. Ese número si es un privilegio e intentaré a explicar por qué. No se trata de las cosas que hayan conseguido los electricistas, sino que todos merecemos estar igual o mejor, no se trata de que les quiten a unos para que esten igual de amolados que nosotros, sino de exigir que nuestras condiciones mejoren para igualarnos, no se trata de que las personas que detentan algún poder (político, social, económico, de opinión) nos digan que cuando un trabajador tiene prestaciones, no son prestaciones sino privilegios, que intenten dividirnos, para que sólo ellos puedan tener acceso a la educación, la salud y los servicios; porque aprovecharse de una pocisión de poder para menoscavar la dignidad de los que menos tienen es condenar a esa sociedad a un oscurantismo criminal y asesino. Sea honesto, refelexione sobre su trabajo y dígase a usted mismo si de verdad estaba celoso de la prestaciones de Luz y Fuerza o si usted sería feliz con esas prestaciones, me parece que el resultado de dicho ejercicio de introspección lo dejará sorprendido, verá que todavía falta más. No se ponga celoso de lo de otros, saque ventaja a sus cualidades y busque igualar condiciones, que no le digan que todos somos iguales, pero que hay algunos más iguales que otros. Ah, y hablando de Sex and the Crisis, les puse una foto de la de Marge Simpson en la Revista Playboy, hasta ahí llegó la crisis, en algún otro número vendrá Olivia Olivo (la de Popeye). Disfruten.

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