Estamos acostumbrados en nuestro país, debido a la crisis, la inflación, la injusticia social, a utilizar artículos piratas, desde el más pudiente, que lo tiene como placer culpable, hasta el más fregado, para poder tener aunque sea la momentánea ilusión de una bonanza que no ha de alcanzar, aunque las campañas publicitarias de la televisión les digan lo contrario, con el fin de tenerlos cautivos en su señal, así hemos importado, una serie de elementos piratas propios de la cultura anglosajona, ahora nos hemos avocado a importar nuestros modelos piratas de Disneyland, un grupo de animales estúpidos y torpes que siguen a una ratota en todas sus aventuras, en pos de la riqueza prohida. Es más, a mi ni me importa.
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