Santiago de Chile
Allí amé a una mujer terrible,
llorando por el humo sempiterno
de aquella ciudad acorralada
por símbolos de invierno.
Allí aprendí a quitar con piel el frío
y a echar luego mi cuerpo a la llovizna,
en manos de la niebla dura y blanca,
en calles del enigma.
Eso no está muerto,
no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.
Allí entre los cerros tuve amigos
que entre bombas de humo eran hermanos.
Allí yo tuve más de cuatro cosas
que siempre he deseado.
Allí nuestra canción se hizo pequeña
entre la multitud desesperada:
un poderoso canto de la tierra
era quien más cantaba.
Hasta allí me siguió como una sombra
el rostro del que ya no se veía,
y en el oído me susurró la muerte
que ya aparecería.
Allí yo tuve un odio, una vergüenza,
niños mendigos de la madrugada,
y el deseo de cambiar cada cuerda
por un saco de balas.
Esta canción se encuentra contenida en el álbum Dias y flores y es de la autoría del cantautor cubano Silvio Rodríguez Domínguez, es una de las canciones más bravias de la trova cubana, que alguna vez se llamó nueva trova, género musical que surgió a partir del triunfo revolucionario que derrocó al dictador Batista.
PONLE PAUSA AL MIXPOD DE LA BARRA LATERAL Y ESCUCHA LA ROLA.
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