Veo a Carlos meditabundo en un rincón de lo que alguna vez fuera una biblioteca, y que es hoy, un caótico espacio de lectura donde cohabitan libros del pasado, presente y probable futuro; cerca de donde asoma apenas un resquicio de ventana que le permite ver el exterior. Luego de que me hizo pasar, el mismo fué a colocarse en ese sitio. Apenas me admitió, lo noté distante, no molesto, razón por la cual no me atreví a interrunpirle su actuar con cuestionamientos balbuceantes y pedestres de lo que, según yo, dicta la lógica humana. De pronto, dijo: -"Extraño el caldo de pancita de doña Leonor, hace dos años no lo como, en parte porque no me he sentido bien, pero la razón principal debe ser porque ella murió hace un año justo, situación que le imposibilita el atenderme como lo hacía; con una sonrisa y dispocisión. Su lugar, de los mejores, aunque hubiera que comer de pie". Acto seguido, volteó hacia mi con sus ojos apacibles y profundos, como si detrás de las gafas se esperase una reacción, un argumento que acotara al comentario, equivocación absurda, ya que luego de una breve pausa continuó: -"Las barriadas mexicanas estaban tan llenas de historias que pensaba que no podía alcanzar tiempo alguno para cubrirlas todas, con el tiempo, la observación y la lectura me dí cuenta que los giros temporales son muy repetibles y que las variables que las condicionan son, cada vez, más predecibles. La idea del infinito, puede no estar condicionada a una espiral en forma de ocho sino a una circular. El trayecto del tiempo como producto de la aburrición y el tedio del ser humano, así como su deseo, cada vez más presente de autodestrucción del género, ha sido humanamente manipulado con el propósito único de sostener al Status Quo, a su vez sostén de sus propios manipuladores, a quienes no les conviene que el orden de las cosas se mueva de ese punto. Es de Natura Humana perseguir denodadamente a la cobardía para asegurar la supervivencia. Natura Humana de la que han sido desposeídas las clases más populares, porque no existe método más eficaz que el de doblegar a alguien despojándole de su coraje para despojarle luego de todo lo demás, que no será mucho. Me parece por eso, que actualmente, no sólo por lo accesible de su precio sino por necesidad de sustitución, uno de los productos con demanda creciente son los huevos". Tomo un libro entre mis manos, vuelve de nuevo su vista hacia mi, toma otros tantos y me los acerca. -"Si vas a leer ese libro, me parece que la aventura no estaría completa si no lo complementas con otros. La vida no es de un sólo elemento, es de varios, un árbol no hace un bosque, es todo el rededor el que lo conforma, el pensar es panorámico, de ahí la dificultad de encontrar un punto focal perpetuo. Te lo digo porque estoy en la certeza de que sabes de manera total que mi argumento es una simple sugerencia, porque no existe mayor tragedia que el de una lectura encargada, no todas las mentes piensan igual y cada intelecto halla su cauce en virtud de sus intereses, y el cúmulo de conocimientos se convierte en anécdotas de vida. Como una que me vino a la mente; en alguna ocasión, mientras comía, entraron al establecimiento un grupo compacto de hombres, del cual no preciso el número; con la intención fija de asaltar a los comensales. Ya me paraba yo para extraer la cartera del bolsillo interior de la chamarra, cuando uno de ellos se acerca y me dice: 'A usted no maestro, a usted no'; ese argumento me produjo, por un momento, una cierta confusión, y hasta una culpabilidad y angustia, al pensar, -'Bueno y ¿A qué privilegio me he hecho acreedor para ser el único individuo dentro de este establecimiento que no será objeto del robo?'. Aunque, momentos después, me invadió la calma, al recodarme, una vez más que por azares del destino, la gente, si bien no me había siquiera leído, me reconocía como figura mediática de consumo general.. Repararon luego en unos libros que había en mi mesa y me preguntaron si yo era el autor de ellos, a lo que contesté con franqueza que no y también los dejaron, como con desinterés, dando mayor firmeza a mi consideración anterior. No sé si la mercadotecnia o la cultura, que a final de cuentas produce a la primera, fué el elemento primigenio de mi virtuosa salvación. y quiero asumir dentro de esta cultura de consumo compulsivo que son los milagros de un capitalismo mal entendido. Aunque, finalmente, hay que asumir que las historias personales, muchas veces sólo se van con uno". Tomo los libros que me ofreció, leo apuradamente tapas y contrtapas, descarto algunos y me dispongo a despedirme y retirarme, cuando remata: -"Puedes tomar de otros que sean de tu particular interés, si es que los encuentras. Quiero dar una caminata por las calles. ¿Sabes?, se me sigue antojando el caldo de pancita de doña Leonor. Creo que iré el próximo sábado, en la tardecita, sabe mejor recalentado."
No sé cuándo lo soñé.
Para Monsiváis, el deseo de que nos siga contando como es que va despreciando la comodidad de los Cielos, dudando de la del Infierno y paseando por la del Purgatorio, mientras desprecia el pasar por el Limbo, eso sí, asumiéndolas con respeto para los que las consideran verdades innegables. Descansa en paz, escribe en y de todo. BUENAVENTURA en tu viaje por el tiempo para ti y para todos. Siempre Carlos, nunca Monsi.